¡Feliz Verano!

AC

Artículo de opinión de Alfonso Callejero

La casualidad es, a veces, caprichosa y nos regala escenas que al juntarlas nos dibujan la sonrisa del revés, o como esta pasada semana me sucedió, dejan un gusto amargo en la boca.

Me explico, el 28 de febrero, cuando daba vueltas a nuestra cita, en esta columna de opinión. Una red social me recordó que hace seis años, nos levantamos en Fraga con una copiosa nevada. Ciertamente, así fue, recuerdo abrir el ventanal de mi antigua casa, ver como la nieve cubría todo el parque del río y, acto seguido, salir corriendo a jugar con ella. Luego subir luego hasta el castillo y pisar nieve virgen,  para ver toda Fraga y el valle del Cinca blanco. Tengo que hacer un pequeño inciso, me permitiréis añadir que yo siendo de una isla, las veces que he visto en mi vida nevar, son contadas y a mí la visión de la nieve, me alboroza mucho y hace que salga de mí ese niño interior, que nunca pudo jugar con la nieve en Mallorca.

Esto no sería más que una anécdota, si no fuera porque este 28 de febrero pasado, cuando una paciente se iba de mi consulta, con visos de no verla en un periodo largo de tiempo, se despidió de mí con un; “feliz verano”. A lo que levanté la vista y acto seguido sonreí, tenía razón. Ella llevaba manga corta y el sol brillaba con bastante fuerza a través de la ventana. “El verano casi ya está aquí” me dijo y “se hará largo”, aún le añadí.

Por este motivo, al final el cambio climático no son cifras sin contexto o grandes titulares de periódicos, que nada tienen que ver con nuestra realidad y que no nos afectará en nuestro día. Tristemente, este cambio climático se ha demostrado que es una realidad que ya nos está golpeando en nuestro día a día (que les preguntan a los esquiadores, por ejemplo, la nefasta temporada que han tenido este año). Fácilmente, todos podemos recordar los extremadamente calurosos que han sido estos dos últimos veranos y lo largos que se han hecho. O la sequía que estamos sufriendo este otoño invierno. Por otra parte, cada vez que cruzamos alguno de los puentes del Cinca, vemos el escaso caudal que lleva el río.

Sin duda, ya no es el momento de las lamentaciones o de invocar mágicas soluciones, si no de exigir que estas sean factibles y de la mejor manera nos ayuden a convivir con este cambio climático.

Por eso, hemos de ser firmes con todos los gobiernos. Da igual, que sean autonómicos o estatales, exigiendo leyes que protejan los entornos naturales y penalicen a las grandes empresas que contaminan de forma impune, así como que les obliguen a desarrollar su actividad de una forma menos contaminante. Además, no tenemos que olvidar que los ayuntamientos tienen unos deberes, debemos exhortarles a que aumenten las masas forestales, que haya más árboles y parques para poder convivir en la calle. Con el fin de sobrellevar los tediosos días de calor que cada vez serán más.

Porque ante esta trágica realidad me surgen dos preguntas, si la próxima vez que me despida de esta paciente un 28 de febrero ya me dirá; «feliz verano” porque ya estaremos inmersos en él realmente. Y si esa nevada de hace 6 años fue de las últimas que viví en Fraga.

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