Alfonso Callejero escribe su artículo de opinión sobre la vivienda, edición especial de ‘Halloween’
Ah, Halloween, esa época en la que nuestras calles se llenan de niños disfrazados de zombis, brujas y monstruos, en busca de caramelos. Pero, ¿saben quiénes son los verdaderos fantasmas? Nosotros, los que seguimos buscando un alquiler asequible o soñando con comprar una casa sin tener que vender nuestra alma al diablo bancario. así que bienvenidos a esta especial casa embrujada del mercado inmobiliario, donde cada puerta que abres te sorprende con un susto peor que el anterior.
Te acercas con la esperanza de encontrar el hogar ideal, esa pequeña calabaza de cristal donde podrás asentar tu vida, y lo primero que te recibe es un frío halo con un contrato en una mano y el precio en la otra. Al verlo, el escalofrío te recorre el cuerpo como si hubieras visto a un vampiro a la luz del día: imposible encontrar algo digno en Fraga por menos de 500€. Sí, ¡ese precio sí que da miedo!
El alquiler, en Fraga, se ha vuelto una película de terror en la que todos los personajes acaban muertos… pero de deudas. No importa si llegas con la mejor disposición, el espectro del alquiler sigue acechando: “Ah, también necesito tres meses de fianza, un aval y tu ADN para ver si eres apto para vivir aquí”. “Sí, claro, porque si no soy pariente lejano de un conde transilvano, mejor ni me lo alquiles, ¿no?”
Si pensábamos que el alquiler era aterrador, espérate a intentar comprar una casa. Esto es como entrar al sótano de la casa embrujada sabiendo que algo te va a saltar en cualquier momento, pero no puedes resistirte. ¡Ahí está! La casa de tus sueños, ¡mírala! Tiene un jardín, una sala donde podrías ver películas de miedo y, lo mejor de todo, una hipoteca que pagarás durante 30 años o hasta que el fantasma del banco venga a arrastrarte al inframundo de los embargos.
Los precios de las viviendas han subido más que la temperatura del mismo infierno. Intentar comprar una propiedad es como comprar una entrada al inframundo, y no me refiero al inframundo de las leyendas griegas, sino al financiero: esa dimensión oscura donde los bancos son demonios con corbata. Firmas el contrato y sientes cómo tu cuenta bancaria empieza a desangrarse más rápido que el equipo de rugby del instituto en una película de vampiros.
Nos han convertido en una horda de zombis sin hogar, vagando de piso en piso, de alquiler en alquiler, sin poder echar raíces. Seguimos condenados a un eterno trick or treat con el mercado. Solo que en nuestro caso, en lugar de caramelos, nos dan cláusulas abusivas y recibos de luz inflados.
Además, nos quieren susurrar que solo nos queda resignarnos a esta película de terror en la que, lamentablemente, somos los protagonistas. Porque; “es el mercado, amigo” hoy en día: un Halloween eterno, donde cada intento de encontrar una casa asequible es como abrir la puerta de una casa del horror. Pero al final, en vez de un susto pasajero, te quedas con una deuda monstruosa, un alquiler imposible y un casero que te persigue como un fantasma en tu pesadilla más profunda.
Así que este Halloween, mientras otros decoran sus casas con telarañas y calabazas, algunos de nosotros solo desearíamos tener una casa que decorar, sin tener que hipotecar el alma para siempre. Salvo que elijamos la acción, desmontemos esta película de terror que nos quieren hacer vivir como protagonistas y pasemos a ser los directores para cambiar el guion y el género.