La fortuna de los Rothschild

El consultor financiero Miguel Ángel Lacoma nos cuenta esta historia para «saber a quién vendes, no vaya a ser que no pueda pagarte»

Corría el año 1815.

La familia Rothschild ya tenía negocios bancarios por buena parte de Europa.

Su sede principal estaba en Londres, en Inglaterra.

Pero por entonces había un tal Napoleón Bonaparte, intentando construir su imperio por segunda vez. Y esto a los ingleses, no les gustaba mucho.

Así que Inglaterra buscó aliados en el continente (otra vez) para poner fin a los sueños imperiales de Napoleón.

Holanda, Prusia (¡cómo no!), Austria, y quizá alguno más se unieron a los ingleses para darle una lección en Waterloo al francés.

Y vaya que si se la dieron.

Napoleón acabó preso en una isla del Atlántico Sur. Fue su derrota definitiva.

Antes de la batalla definitiva, nadie sabía lo que iba a suceder. Napoleón ha sido uno de los mejores militares de la historia, y entonces causaba mucho respeto (por no decir miedo) a sus enemigos.

A los ingleses también.

Del resultado de la batalla dependería el futuro de los contendientes, y por entonces los estados europeos ya habían empezado a emitir deuda.

Lo mismo era para pagar la guerra, pero no lo sé, no me lo dijeron en su día.

El bando que perdiera, tendría serias dificultades para devolver su deuda, así que sus bonos servirían para poco más que encender el fuego.

Desde Londres, los inversores ingleses estaban muy pendientes del resultado de la batalla.

Pero claro, era 1815 y no había whatsapp para mandar de inmediato el resultado de la batalla.

Un mensajero a caballo desde Waterloo hasta el Canal de la Mancha. Un barco hasta Inglaterra, y una vez desembarca el mensaje, otra vez a caballo hasta Londres.

Total, unos 3 días dicen que tardaba en llegar la noticia.

Pero hubo alguien más rápido, el Rothschild de turno. A la sazón, un tal Nathan.

Tuvo la brillante idea de tener agentes en la batalla que le informaran de inmediato mediante palomas mensajeras.

Una paloma mensajera, se ve que tarda mucho menos de 3 días en ir desde Waterloo a Londres. No lo he comprobado, pero imagino que será verdad.

Pasó lo siguiente.

Al recibir la noticia, Nathan Rothschild, puso a la venta todos sus títulos de deuda inglesa.

Los demás inversores, intuyeron que Rothschild tenía una información privilegiada, y que Napoleón había derrotado a la coalición.

Los bonos ingleses no valdrían nada.

Así que imitaron a Rothschild y empezaron a vender.

El bono inglés se desplomó.

Entonces, otros agentes secretos de Rothschild en la Bolsa de Londres, empezaron a comprar los bonos a precio de saldo.

Pasados los 3 días, llego la noticia de la derrota de Napoleón.

La familia Rothschild tenía prácticamente todos los bonos ingleses comprados a precio de saldo. Su valor se disparó. Hacia arriba, claro.

Así se consolidó su fortuna, y hoy dos siglos después siguen siendo una de las familias más ricas, poderosas e influyentes del mundo.

¿Cuál fue la clave de esta brillante operación financiera?

La información. La información es poder, y contar con ella puede fortalecer la empresa.

Debes saber a quién vendes, no vaya a ser que no pueda pagarte.

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