Los pagos también llegan en verano

Miguel Angel - cobros

Decía Benjamin Franklin que en este mundo solo son seguros la muerte y los impuestos. Y parece que tenía razón

En este nuevo artículo, Miguel Ángel Lacoma Cambra nos habla de otra cosa que también se puede dar por segura, además de la muerte y los impuestos, desde el punto de vista de la gestión financiera de la empresa: los pagos.

Los pagos siempre llegan puntuales. Mientras que, para los cobros, si no son al contado o por anticipado, jugamos con probabilidades. De ahí que existan los seguros de crédito, herramientas de información de riesgo comercial, seguros de caución, etc.

¿Por qué te cuento esto? Para que te prepares. Porque un cobro se puede retrasar, pero el pago llegará puntual. Máxime en las fechas en que entramos. La gente acostumbra a hacer vacaciones en verano. Casualmente, según mi experiencia, los que cogen vacaciones son siempre los responsables de hacerte las transferencias. Y a veces, no hay otra persona que la pueda sustituir en esa sencilla y concreta labor.

Pero, por el contrario, presta atención, nunca está de vacaciones la persona encargada de girarte los recibos al cobro. Nunca. Esas personas nunca hacen vacaciones. Un misterio que no he conseguido desvelar.

Nos queda un corolario estupendo: hay muchas posibilidades de que se retrasen tus cobros este verano, pero ninguna de que se retrasen tus pagos.

Así que prepárate, planifica y actúa.

Voy a contarte una experiencia en este sentido, de hace unos años ya. Es curiosa porque los hechos magnificaban las consecuencias de lo que te estoy contando.

Tengo un cliente al que le gusta irse unas semanas cada año en verano a Galicia. El marisco, el Atlántico, la lluvia… No sé concretamente el qué, pero algo de allí le gusta. Porque repite cada año. Como los pagos, puntualmente. Y creo que lo que más le gusta es descansar. Romper la rutina de la empresa y desconectar unos días.

En su descanso, lo que más le molestaba, era que lo llamaran de las sucursales bancarias para decirle que iba a entrar un recibo y no tenía saldo en las cuentas. Y no se podrían pagar esos recibos. Ya sabes, los cobros se pueden retrasar, pero un pago, nunca. Jamás.

A todo esto, súmale que empezaban una especie de vacaciones antes de irse, y como por entonces, no les daban importancia a las tareas administrativas, las postergaban.

Donde he escrito tareas administrativas, debería haber puesto más concretamente facturar los trabajos recientemente acabados. Porque para coger vacaciones, tenían que dejar al cliente servido y satisfecho. Y aun quedaba más satisfecho si tardaban un mes adicional en mandarle la factura.

El cliente fijo que repite. Mucho más que satisfecho quedaba. El problema lo tenía la empresa, que estaba retrasando de forma intencionada e inconsciente los cobros. Y mientras tanto, la persona encargada de mandarles los recibos, seguía trabajando al 120% en pleno mes de agosto. Lo típico de estas personas que, como te digo, nunca hacen vacaciones.

A raíz de los hechos acaecidos en aquel verano de hace siete años, les recomendé «cambiar el chip» como dicen los coaches de moda. Además de dejar servido y satisfecho al cliente antes de las vacaciones, había otro objetivo vital para la empresa en esas fechas: acopio de liquidez.

Tenían que facturar todo lo facturable antes de las vacaciones. Y pasarlo al cobro, lo que de ellos dependa, evidentemente. Porque, aunque la persona encargada de las transferencias estuviera de vacaciones, antes que devolver recibos, con una factura emitida, podrías descontarla en el banco y anticipar liquidez.

Con esta simple medida, las vacaciones pueden ser mucho más tranquilas y el descanso, ser realmente eso, descanso. Sin recibir llamadas incómodas de los bancos para sacarte de la vida tranquila y relajada que disfrutas en las vacaciones.

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