Nos olvidamos que son personas

Callejero agosto

Artículo de opinión de Alfonso Callejero: Asumir como normal ver a personas en la calle durmiendo, no debería ser aceptable

Como sociedad con valores cívicos, éticos y morales no podemos permitirnos andar por el Paseo de la Constitución y mirar a nuestros pies o sacar el móvil para querer ignorar a las cincuentas personas que duermen, penan, yacen y pasan el tiempo en un triste e ignominioso (hacia nosotros) silencio. Esperando que alguien pare una furgoneta, les abra la puerta y ese día trabajen por algo parecido a un salario.

¿Cómo hemos llegado a no (querer) verlos?

Y de esta invisibilidad se aprovechan nuestros políticos locales, que los usan como carnaza política. Con el único fin de tirárselo “al otro” en su eterna batalla por los focos, el clickbait y por “tener razón”. Pero a la postre solo son excusas para caer en el “y tú más” al que nos tienen acostumbrados.

Así, abrió el debate la oposición y con cierta torpeza el Ayuntamiento dejó solo al alcalde en su respuesta. Y este solo supo sacar balones fuera y tirar de hemeroteca. En este punto, obviando que el pasado tiene unos factores intrínsecos; él es el que gobierna ahora, y por ello quien tiene la responsabilidad de actuar es la alcaldía actual y el alcalde en consecuencia, sin excusa alguna.

Cierto que un ayuntamiento tiene competencias limitadas ante este drama social. Aunque no es menos cierto que se vendió desde el equipo de gobierno que los alojamientos de temporeros eran la solución y, cómo podemos ver todos los días, no ha sido así, ni de lejos. Y si esta solución no es suficiente, ni eficaz, quien gobierna tiene la obligación de abandonar las excusas y buscar las mejores soluciones para atajar este problema social.

Porque si entramos en la batalla política, las personas afectadas sin casas donde dormir disuelven su esencia humana, sus problemas y necesidades, su tragedia de dormir durante meses con lo puesto en la calle o bajo las tormentas de estos días. Para convertirse en un elemento más, como decía, de la batalla política y son un medio para confrontar y no un fin que resolver.

Y en consecuencia, cuando el ruido de esta lid política se apague y se desvíe hacia otro foco, volveremos a olvidar que hay personas durmiendo en la calle. Seguirán bajo las inclemencias del tiempo y sin un ápice de humanidad, ni empatía. Es decir, el ruido político no habrá generado una solución que dignifique su estancia y trabajo en Fraga.

Finalmente aquí, como sociedad, por dignidad, empatía, principios morales y de solidaridad, es cuando debemos ser exigentes con nuestros políticos y pedirles menos batallas, confrontación y excusas, y sí más soluciones reales y efectivas para que hoy este drama social y humano ya no exista.

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