Miguel Ángel Lacoma analiza, en su artículo de opinión de este mes, cómo puedes vivir en un país que «va bien» mientras no llegas a fin de mes
Dicen que en 2025 España está mejor que nunca. Que crecemos, que exportamos, que el empleo no para de aumentar. Pero claro, luego te miras la cartera y te preguntas: ¿quién se está llevando todo eso?
Recuerda cuando, en las noticias, te decían que España había superado una crisis financiera hace más de una década. Que éramos un ejemplo para Europa. Por entonces, también muchos se preguntaban por qué esa recuperación solo llegaba a los titulares.
Hoy, el escenario es el mismo, pero con un decorado más caro: el alquiler por las nubes, la compra semanal cuesta un ojo de la cara, y el sueldo… bueno, ese sigue igual de comedido. Así que, si tú eres uno de los que no entiende cómo puedes vivir en un país que «va bien» mientras no llegas a fin de mes, déjame contarte algunas cosas.
Cuando los políticos hablan de que el país progresa, suelen basarse en unos cuantos indicadores: PIB, exportaciones, inversión extranjera… Básicamente, cifras macroeconómicas que quedan muy bien en un PowerPoint.
El problema es que estas cifras no tienen nada que ver con tu cuenta bancaria. Porque el PIB puede crecer gracias a las grandes empresas o los turistas que vienen a gastar. Pero eso no implica que a ti te paguen más, ni que las facturas sean más fáciles de asumir.
La trampa de los precios
Si algo define este 2025 es el coste de la vida. Entre la inflación acumulada, los alquileres que parecen subastas y los precios de la energía, lo que antes parecía caro ahora roza lo surrealista.
Pongamos un ejemplo: un kilo de naranjas, que antes te costaba 1 euro, ahora vale 2. Y tú, que ganas lo mismo o incluso menos, te preguntas cómo es posible que esto pase en un país «que va bien».
Porque esa es otra, la subida de los precios también hace que suba el PIB, el indicador macro por excelencia. Me explico, ¿no?
Redefinir el éxito
No es que la economía de un país no pueda crecer mientras sus ciudadanos lo pasan mal. Es que quienes nos cuentan estas historias parecen vivir en un mundo paralelo. Para ellos, las cifras bastan para dar por hecho que estamos mejor. Para ti, es difícil ver esa mejora cuando la realidad golpea cada mes al abrir la cartera.
Quizá ha llegado el momento de dejar de medir el éxito con números que no reflejan el bienestar real de las personas. Porque medir el PIB, es como medir las ventas de una empresa, sin atender a los costes que tienen.
Porque, mientras sigamos celebrando que «España va bien» sin preguntarnos quiénes están incluidos en ese «va», seguirás preguntándote cada mes cómo hacer para llegar al siguiente.
