Un artículo de Natalia Fortón Soldevilla, trabajadora social y directora de la Residencia Sagrado Corazón de Jesús en Fraga
En la antigüedad, la vejez era sinónimo de recompensa divina. La esperanza de vida era muy baja y a aquellas personas que se hacían más mayores que la media se les consideraba casi como dioses.
A lo largo de las décadas se ha ido cambiando la percepción de las personas mayores, en los anteriores modelos de familia, el mayor formaba parte de la unidad familiar siendo la persona de la familia que tomaba las decisiones importantes.
En la sociedad actual se tiende a valorar a las personas por su productividad, por lo que la percepción del mayor jubilado ha cambiado.
El cambio de las familias y la incorporación de la mujer al mundo laboral trasformó las unidades familiares y con ello el cuidado a las personas mayores. Esto ha supuesto una adaptación de los servicios y la profesionalización de los cuidados aunque, por desgracia, no al mismo ritmo.
¿Por qué no cambiamos y trabajamos para volver a valorar a las personas mayores como merecen?
Dieron la vida, trabajaron duro para llegar a lo que somos hoy, su experiencia y sabiduría nos aportan valor.
Te propongo algunas ideas:
- Visita a tus abuelos/as de forma periódica.
- Acompáñale a dar un paseo, a tomar algo o a la plaza que solía ir con sus amigos/as.
- Pregúntale como se encuentra, como esta viviendo esta etapa y de que le gustaría disfrutar.
- Acompáñale, animales a participar en las actividades comunitarias.
- Leele una noticia, un libro o ponle la radio.
- Escúchale o simplemente cógele la mano y que te sienta cerca.
Si ya no tienes abuelos/tíos mayores… puedes aportar un poco de tu tiempo con el voluntariado, te resultará gratificante y te sorprenderá los valores que puedes descubrir y te pueden enseñar.